Esta noche es San Juan, la noche más corta del año. Además de sus razones científicas, esta fecha es muy importante por la tradición pagana que lleva detrás, asociada a la purificación del fuego y el deseo de conseguir las mejores cosechas. Actualmente lo que nos queda de esta fiesta son las hogueras. Es una pena que no pueda estar en Alicante para saltarlas en la playa o en Galicia para disfrutarlas con las meigas y una buena queimada.
Por aquí parece que no hay demasiada la tradición, que yo sepa, este año han prohibido algunas hogueras, como las de Moncloa. Esta noche las mejores se podrán disfrutar en Vallecas (¡cómo no!), Hortaleza (cómo me gusta este barrio), La Latina, Usera, Vicálvaro y Ciudad Lineal (hice mal en cambiarme de barrio). Todas estarán acompañadas por conciertos y fuegos artificiales. Creo que por aquí cerca no podré ver ninguna, tendré que montarla en casa (je, je, je).
Enhorabuena a los que podáis disfrutarlas. Recordad que es el momento perfecto para quemar todo lo antiguo y negativo; y todo lo que queramos que no nos moleste durante el próximo año (los seres vivos quedan excluidos, ¿eh? que no me entere yo de que alguien ha quemado a la suegra).
Para terminar os dejo con algo de información cultural sobre las fiestas. Pasadlo bien y no os queméis.
Los solsticios son los dos puntos en los que el Sol alcanza su máxima declinación norte ( + 23º 26') y su máxima declinación sur (-23º 26') con respecto al ecuador terrestre.
En estas épocas del año, la longitud del día y la altura del Sol al mediodía son máximas (en el solsticio de verano) y mínimas (en el solsticio de invierno) comparadas con cualquier otro día del año. Las fechas de los solsticios coinciden con el paso astronómico de la primavera al verano y del otoño al invierno. En las dos posiciones de solsticio, la declinación del sol se mantiene durante varios días casi sin moverse, es decir, con una variación tan mínima que esos días parece repetir idéntica trayectoria. De ahí el nombre de "solsticio", que significa en latín "Sol quieto".
En el solsticio de diciembre (invierno en el hemisferio norte), se celebraba el regreso del Sol, en especial en las culturas romana y celta: a partir de esta fecha, los días empezaban a alargarse, y esto se asociaba a un triunfo del Sol sobre las tinieblas. En el solsticio de junio (verano en el hemisferio norte), se pueden citar las famosas hogueras de San Juan para celebrar el solsticio de verano. Éstas provienen de festividades anteriores al cristianismo, aunque actualmente se celebren con ese nombre. El fuego es un elemento purificador, liberador y regenerador, desde antiguo se apelaba a él para librase de numerosos males, desde la brujería pasando por los malos espíritus hasta las plagas sobre las cosechas. También posee el fuego la facultad de ahuyentar al rayo, el granizo o las tormentas. Saltar sobre las hogueras, pisar las cenizas aún candentes, danzar a su alrededor o llevar el fuego por los campos de cultivo del pueblo para purificar la cosecha, son prácticas que aún hoy se conservan en ciertas zonas europeas: «el sol de San Juan quita el reúma y alivia el mal».